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miércoles, 4 de mayo de 2016

El museo del traje

Como es bien sabido, cerca de nosotros se encuentra uno de los museos mas especiales de Madrid, el maravilloso museo del traje. Este museo posee una de las mejores colecciones y mejor conservados de trajes de época. No es un museo que se encuentre muy a la vista de todos y, muy seguramente, un gran porcentaje de los estudiantes que nos encontramos en la universidad Complutense no se hayan parado a admirarlo. Es por este motivo que considero necesario hacer una referencia a la historia de este museo con el fin de darle a conocer e intentar despertar un interés por esta maravillosa joya oculta. 


El Museo del Traje es una institución cuyo principal objetivo es “promover el conocimiento de la evolución histórica de la indumentaria y de los testimonios del patrimonio etnológico representativos de las culturas de los pueblos de España”. Así se presenta este museo que alberga más de 11.000 copias relacionadas todas en mayor o menor medida con la indumentaria y la historia de ésta. No obstante, la concepción que de la ropa tenemos no es, a priori, la de una obra de arte, sino más bien la de un útil del que se sirve el ser humano. Por tanto, parecería lógico poder preguntarse, en primer lugar, sobre la utilidad y/o necesidad de un museo del traje y la relevancia que éste pudiera tener dentro del mundo del arte. 

Si bien es cierto que la indumentaria surge en un primer momento ante una situación de necesidad y, sobretodo, como protección de un clima adverso, con el posterior nacimiento de la “moda” (directamente relacionada con el mundo del arte) esta indumentaria que nace con una matiz protector, pronto comienza a gozar de una voluntad estética que ya desde un primer momento demuestra los gustos de seres humanos de cada momento. 

Por otro lado, la ropa, como el arte, resulta algo propio y exclusivo del ser humano y tal vez sea por eso que resulta tan natural esa extrapolación de una estética determinada a la indumentaria del momento. Además, también el mundo de la moda y la ropa tiene sus propias técnicas y materiales, los cuales han sido objetos de evolución a lo largo de la historia. 

No obstante, también es verdad que la indumentaria presenta una serie de limitaciones que dificultan el considerarla como obra de arte única. La primera de estas limitaciones es, precisamente, la falta de singularidad de las prendas que hoy se ve más agravada como consecuencia de un sistema de producción en serie. Dicha singularidad es la que, en muchas ocasiones, concede a una obra de arte el rango de tal, convirtiéndola en única. Por ello, sería tan injusto considerar a una prenda una obra de arte, como el despojar a la misma prenda de todo su valor estético y artístico. Debemos tener en cuenta que las piezas que recoge y expone este Museo del Traje se componen de un aspecto más que las enriquece en grado sumo: el aspecto histórico. Éste es el que hace de estas prendas piezas realmente relevantes en el panorama actual y termina por explicar la necesidad del museo. Pues como una pieza de cerámica que en su contexto se concebía simplemente como un útil y que puede ser contemplada siglos después como obra de arte, de la misma manera parecen actuar estas prendas que en un principio eran objetos funcionales que pudieron tener en mayor o menor medida una estética determinada. Con el paso del tiempo perdió toda su funcionalidad y la historia revalorizó su carácter artístico hasta dar con lo que hoy conocemos: un testigo que nos ilustra sobre la manera de vestir de otra época. Por tanto, podemos concluir que la indumentaria no es sino una extensión de la estética imperante en el movimiento artístico de cada momento, así como un posible reflejo de algunos valores ético y morales. Por ende, no parece tan pretencioso conceder a la ropa, o más bien a su voluntad estética, la categoría de arte de la que goza en el Museo del Traje.


Fernando López de Sabando Meijide

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